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Beneficios de la Mediación

 





BENEFICIOS DE LA MEDIACIÓN:


¿POR QUÉ DA RESULTADO LA MEDIACIÓN?


Parte de la respuesta está relacionada con la función misma del mediador, pero primero examinaremos otras ventajas que ofrece la mediación para satisfacer las necesidades de las partes en conflicto.


EN EL PROCESO DE MEDIACIÓN SE VALORAN LAS EMOCIONES


El proceso de la mediación brinda diversas oportunidades y alienta a las personas a expresar sus emociones, a decirles a los demás cómo se sienten. Una vez aclarada la confusión emocional, las partes pueden abordar las cuestiones fundamentales de la discusión. Separadas de los sentimientos, esas cuestiones suelen resultar más fáciles de resolver de lo que las partes creen.

LA MEDIACIÓN BRINDA UN ESCENARIO


Además de la necesidad de comunicar a la otra parte todo lo que piensan de ella, las personas que se encuentran en un conflicto también sienten la necesidad de decírselo a todo el mundo. Este es el origen de la palabra griega catarsis, que significa purga emocional, preferentemente en público. Esta necesidad puede satisfacerse con manifestaciones, sentadas, bombas, entablando juicios o mostrando pruebas, pero todos estos métodos suponen riesgos y, a veces, gastos muy elevados. En el proceso de mediación no hay una multitud ni un jurado a quién impresionar, y el mediador no es un juez. Pero lo que se necesita es la presencia de un tercero ajeno, a quien se pueda contar la historia, y el mediador lo escucha atentamente. El hecho de que el mediador escuche igualmente a ambas partes parece menos importante que la satisfacción de la necesidad emocional básica de contar con un público. Se puede agregar que el mediador a veces debe absorber buena parte de la agresividad y la frustración. Para los que están familiarizados con la psicoterapia, esto es similar a la "transferencia": el mediador representa al "enemigo", y puede tener que absorber los golpes destinados a la otra parte.


LA MEDIACIÓN PONE A TODOS ALREDEDOR DE LA MESA


La mediación reúne a todos. La llamada telefónica del mediador les da la oportunidad de reunirse con la otra parte, sin tener que hacer ese primer movimiento fundamental que puede parecer una muestra de debilidad. Tal vez sigan mostrándose reticentes a reunirse (o digan que lo están), pero su sola presencia indica que hay interés en resolver la disputa. Por otra parte, saben que se trata de una oportunidad para resolver un problema ahora, aquí, hoy. Existe la posibilidad de volver a casa con la certidumbre de haberlo resuelto y de poder seguir adelante. Por lo tanto, una de las condiciones usuales para iniciar un proceso de mediación es que los que asistan tengan poder de decisión, y estén dispuestos a establecer un acuerdo por escrito inmediatamente, si es posible. Todos lo saben y, por lo general, van dispuestos a aprovechar al máximo esta oportunidad.


LA MEDIACIÓN HABILITA A LAS PERSONAS


En los últimos años la noción de habilitación ha cobrado importancia. Se refiere al proceso por el cual se devuelve a las personas el control de su vida y su trabajo, y la confianza necesaria para afirmar sus necesidades y derechos.


La mediación es un proceso de habilitación, porque da a las partes en conflicto el poder de tomar sus propias decisiones. A diferencia de lo que sucede en un tribunal o en el proceso de arbitraje, donde el dictamen que se emite se impone desde una instancia superior, en la mediación las personas:

• Ingresan voluntariamente en el proceso;

• Dan o retienen información a su gusto;

• Pueden quedarse o retirarse en cualquier momento;

• Adoptan sus propias decisiones;

• Llegan a un acuerdo o lo rechazan por decisión propia.


Este grado de control sobre la situación es muy importante para las partes en conflicto, que pueden estar sintiéndose amenazadas y vulnerables. En la mediación no existe en absoluto el temor que genera el lento derrumbamiento del caso, cuando uno se queda con un sentimiento de desconsuelo y la perspectiva de perder la batalla y, además, tener que pagar el precio.


LA MEDIACIÓN CARTOGRAFÍA LOS PROBLEMAS


Un mapa es una descripción del paisaje visto desde arriba. El proceso de la mediación tiene el mismo efecto: permite que todas las partes involucradas vean la situación como la ven los demás, objetiva y desapasionadamente. Los hechos pueden seguir discutiéndose, pero al menos ahora se intercambian otras maneras de percibir e interpretar, y se oyen otros puntos de vista aunque no se esté de acuerdo con ellos.

Antes, la comprensión de las cosas probablemente era incompleta y tenida de prejuicios, por la idea de que comprender el argumento del oponente debilita el argumento propio. Tal vez se siga discutiendo sobre la altura exacta de cada cerro, y sin duda sobre el trazado del camino de salida de la situación. Pero, por lo menos, todos se encuentran más o menos frente al mismo mapa.

Por este motivo, la mediación ha resultado particularmente útil para resolver disputas relacionadas con el medio ambiente en Estados Unidos.

En ese tipo de situaciones, normalmente intervienen muchas partes interesadas.

Por ejemplo, en 1986 hubo una serie de disputas complicadas en Denver, Colorado, en la que intervinieron urbanistas, propietarios de viviendas y autoridades locales. Esas disputas se resolvieron mediante un complejo proceso de mediación, que poco a poco dio origen a una solución destinada a satisfacer a todas las partes implicadas con sus múltiples intereses.

La mediación se ha empleado de modo similar en casos en los que ha habido grupos ecologistas y de calidad de vida, grupos de presión formados por consumidores, empresas petroleras y departamentos del gobierno discutiendo por el uso de la tierra.

Cuando hay varios intereses divergentes en competencia por el control de los recursos perecederos, y todos son perfectamente legítimos, plantear un proceso que propicie el enfrentamiento constituye un enfoque poco práctico.

La presentación de los problemas como si se tratase del trazado de un mapa -logrando el punto de vista que permite la vista del pájaro- brinda la oportunidad de que el problema sea visto en su totalidad, y hace que las partes se concentren en el problema y no en el rival


LA MEDIACIÓN CONSTRUYE EN UN TERRENO COMÚN


No es exagerado decir que la mediación ofrece un enfoque total del conflicto.

Uno de los problemas relacionados con los procedimientos tradicionales es que con ellos sólo pueden abordarse las cuestiones en disputa.

En la mediación se contempla toda la situación de ambas partes, de modo que el terreno común y las áreas de intereses compartidos pueden explorarse a fondo.

El resultado suele ser una solución en la que ninguna de las partes puede haber pensado, porque estaban demasiado concentradas en las cosas que las separaban. El mediador puede ayudar a las partes a admitir una solución que no sólo reduzca al mínimo los compromisos exigidos a cada una de ellas, sino que en realidad abra un nuevo ámbito potencialmente provechoso para las dos.


LA MEDIACIÓN RESTABLECE LAS PERSPECTIVAS


La principal función de los mediadores no es emitir un juicio, ni siquiera una opinión, sobre los temas en disuasión. Desde luego, no se trata de una regia inmutable, y sin duda hay situaciones en las cuales la intervención del mediador puede restablecer la proporción y la perspectiva en discusiones que han perdido el norte. Necesitamos la energía que genera y libera la pasión; pero también necesitamos que la energía se asiente en la razón y la realidad para que no se desperdicie.


EN LA MEDIACIÓN SE EMPLEA UN PROCESO PROBADO


Por último, no debe pasarse por alto al mediador y al proceso de mediación mismo. No hay nada mágico ni misterioso en la mediación, pero tal vez haya más de lo que parece a simple vista en lo relativo a la comprensión del conflicto y a las habilidades prácticas que requiere.

La experiencia ha enseñado a los mediadores la importancia que tiene diseñar el proceso de modo que se garantice a las partes en conflicto poder defender sus intereses sin poner en peligro los de los demás, y construir una relación suficiente para posibilitar el acuerdo de una solución aceptable para todas las partes.

Los negociadores, en todo tipo de campos, asegurarán que ellos ya lo hacen. Tal vez crean que lo hacen, y esto es en realidad parte del problema. La idea que tiene mucha gente de la cooperación se inspira en Frank Sinatra: hágalo a mi manera.

La mediación es un arte, y un oficio, y una ciencia; sus técnicas son sutiles y sencillas, de modo que los que participan en un proceso de mediación pueden tener la satisfacción de conseguir su propio éxito.

La mediación no debe ser impuesta, uno de los principios de la mediación es la voluntariedad: en la sesión informativa podemos hacer reflexionar a las personas que tienen un conflicto sobre la forma en que desea resolverlo:

1. Tiene usted un conflicto con alguien: ¿Necesita expresar cómo se siente desde que se generó el conflicto, además de solucionarlo?

2. ¿Cómo valora encontrarse con la otra persona en un lugar común donde podrían hablar y debatir sobre su conflicto y llegar a una solución lo más pronto posible, sin esperar a que el conflicto siga aumentando?

3. ¿Tiene usted conocimiento del punto de vista sobre la situación de conflicto de la otra parte?

4. ¿Es posible que, además de lo que la separa de la otra parte, existan cosas en común, o áreas nuevas de encuentro que puedan ser de utilidad para las dos partes y se pueda producir una colaboración?

5. Cómo le gustaría poder realizar el encuentro con esa persona: ¿Prefiere delegar en un profesional de la abogacía, y que un juez decida lo que tiene que acatar?, o por el contrario, si fuera posible ¿quiere ser usted quien tenga el control durante todo el proceso de búsqueda de solución y sobre la propia solución de su conflicto?.


LA PERSONA MEDIADORA, ¿QUÉ ES?


Es difícil dar una respuesta completa porque trabajan como mediadores muchas personas totalmente diferentes. Sin embargo, hay ciertas cualidades que todos los mediadores parecen tener en común en cierto grado, y ciertas técnicas que casi todos los mediadores tratan de adquirir.

Estas técnicas y cualidades se superponen en algunos casos, de modo que en las observaciones que se dan a continuación no se trata de diferenciar entre las técnicas que pueden ser aprendidas y las cualidades que algunas personas poseen naturalmente (y que también pueden ser aprendidas).


Las aptitudes que deben reunir los mediadores resultan más claras si se consideran las tareas que deben realizar.


EL PAPEL DE LA PERSONA MEDIADORA


Los mediadores atenúan el nivel de tensión y agresividad.

Es probable que éste sea el elemento de la mediación sobre el que la gente hace más preguntas:

¿Cómo se trata con personas que pierden el control o no son nada razonables?

El mediador tiene que ser un buen conocedor de los distintos caracteres para poder reconocer cierto tipo de personas, y darse cuenta de antemano de cómo poder orientar sus exabruptos hacia el problema para que no los dirijan a los demás. Además, es importante comprender por qué se comportan de una determinada manera.


Se comportan de tal o cual modo porque:

• ¿Se sienten amenazados?

• ¿Frustrados?

• ¿La otra parte no está escuchando?

• ¿La otra parte no los entiende?


De ser así; el mediador puede tener que intervenir y explicar las cosas con mayor claridad, sin distorsiones y sin parecer demasiado compasivo.


Y cuando se trata de personas "naturalmente» agresivas?

Tal vez una serie de reuniones individuales sería más productiva que una reunión conjunta.


¿O, cómo puede hacerse para que las dos partes se sientan lo suficientemente cómodas para evitar salidas de tono graves?

Se hace necesario que las personas mediadoras además de tener una buena formación de base, tengan una personalidad bastante madura, que hayan observado y estudiado el comportamiento humano, que hayan realizado formación continua (con lecturas, asistencia a foros, congresos, simposios) y sobre todo que aprendan de la propia experiencia de la mediación.


Los mediadores tienen que ser pacientes, reflexivos y bastante tolerantes.

También necesitan un fuerte sentimiento de auto confianza, que no pueda debilitarse por la ira o la falta de consideración.

La manifestación de emociones fuertes constituye una parte importante de la mediación -es una de las razones por las cuales puede dar buenos resultados cuando otros métodos fallan-, y el mediador debe tener nervios lo bastante fuertes como para dejar que la gente a veces grite, y también para frenarla en otras ocasiones.

Los mediadores escuchan con atención La capacidad de escuchar, hay que decirlo, está muy descuidada, y la de demostrar interés aún más. ¿Por qué? Vivimos en una época en la que la propia imagen y la auto confianza tienen mucha importancia; se hace necesaria la mediación para que la "generación del yo" se transforme en la "generación del nosotros".

En muchos ámbitos, el éxito depende de la capacidad de creer que uno mismo y de saber venderse; el ego puede erigir una poderosa barrera que impida escuchar bien a los demás y, aún más, ponerse en el lugar del otro, pero los mediadores no sólo deben ser capaz de hacerlo para comprender muchas situaciones y percepciones diferentes, sino que también tienen que ayudar a otros (con poderosos egos impregnados de ira e hipocresía) para que hagan lo mismo.


La gente a veces no es capaz de expresar bien lo que siente, incluso puede que no sepan bien lo que sienten, por eso las personas mediadoras tienen que escuchar


UNA MEZCLA DE:

• hechos

• emociones

• prejuicios

• percepciones

• suposiciones

• opiniones


Algunos de estos elementos pueden ser pertinentes, y otros no tanto, pero el mediador tiene que encontrarle sentido a todo con mucha rapidez.

A menudo tiene que ser reformulado por el mediador, y devuelto al emisor para que reflexione sobre lo que dijo y comprenda la repercusión que tiene lo que está diciendo. Este proceso de “educar” a las partes para que tengan una comunicación eficaz y precisa constituye un aspecto fundamental.

A veces, el mediador tiene que volver a relatar una compleja historia en presencia de varias partes, cada una de las cuales está buscando algún indicio de prejuicio o ignorancia, pero es mejor aún, lograr que las partes mismas lo hagan en un lenguaje aceptable para los demás.

El mediador piensa creativamente.

La función del mediador varía:

– En algunos casos, tendrá que hacer poco más que reunir a las partes. Estas reconocerán la oportunidad y la utilizarán.

– En otros casos, el mediador tendrá realmente que trabajar duro para ayudar a las partes a acercarse. Esto puede significar no sólo consolidar una relación, y aclarar y definir los problemas, sino también ayudar a las partes a sugerir nuevas ideas sobre la manera de poder resolver la situación.


Los mediadores disienten bastante sobre si deben presentar ideas para una solución, y en qué medida. Algunos mediadores optan por:

• dejar este aspecto totalmente a las partes en conflicto;

• organizar sesiones con la técnica del torbellino de ideas para generar nuevas propuestas;

• proponer maneras de resolver una situación. El método empírico más seguro es que el mediador se limite a hacer preguntas que estimulen a las partes a pensar creativamente. Esto significa hacer preguntas imaginativas, por lo que cierto grado de creatividad es importante incluso para los mediadores relativamente reacios a usarla.


Los mediadores también cuestionan todo tipo de suposiciones. A las personas que se encuentran inmersas en un conflicto, la creatividad suele resultarles muy difícil: significa abandonar el terreno seguro, y aparecer con esos extraños supuestos que los demás no querrán aceptar.

Cuantas más ideas se pongan sobre la mesa, más probabilidades habrá de que la gente se distienda y comience a explorarlas.

Los mediadores trabajan para crear confianza: No se trata de decir a las partes que confía en ellas, es más bien construir esa confianza sobre la relación que se establece con el desarrollo del proceso de mediación.

La confianza depende de que las personas:

• hagan lo que dicen;

• tengan un comportamiento coherente;

• mantengan una actitud abierta hacia la otra parte;

• respeten las confidencias.


La función del mediador es ayudar a establecer los acuerdos que comiencen a cimentar la confianza. Este es uno de los aspectos de la confianza en la mediación. El otro es que los mediadores deben hacerse acreedores del respeto y la confianza de sus clientes. También en este caso, creo que esa confianza se genera tanto por la experiencia como por la reputación o la personalidad.

Por ejemplo:

– el mediador debe dejar establecido al comienzo del proceso de mediación que la información confidencial será respetada.

– El mediador debe actuar con absoluta imparcialidad durante todo el proceso.

– Si realiza caucus con una de las partes, debe hacerlo con la otra también, aun cuando no sea necesaria.

– Los mediadores hacen uso de la personalidad; los atributos de la persona mediadora serán de poca utilidad si no transmite también algo de calor humano, cierto grado de comprensión de la situación en la que se encuentran sus clientes y también, fundamentalmente, sentido del humor.


Sin estas cualidades, puede haber confianza, pero la confianza que no va acompañada de calor humano no dura más que el calor humano que no va acompañado de confianza.

Ahora bien, la personalidad también puede ser una trampa para el incauto. Si se demuestra poca personalidad, los participantes se preguntarán a qué han venido; si se demuestra mucha, se acusará al mediador de causar prejuicios, coerción e interferencias.


Los mediadores no tienen que dejarse pisar, pero deben poseer cierto grado de humildad. Tal vez por eso el sentido del humor constituye una válvula de seguridad importante.


La persona medidora es profesional:

¿Cuáles son las características que hacen que un mediador sea un profesional?

• Integridad absoluta.

• Imparcialidad en todo momento.

• Capacitación en técnicas de comunicación y de procesos.


Cuando los clientes estiman que necesitan asesoramiento legal, deben recurrir a sus propios asesores legales, y los mediadores aconsejarles que lo hagan.


Por muy bueno que sea el mediador, en última instancia la mediación da buen resultado porque los protagonistas hacen que así sea: el papel del mediador es orientarlos en la dirección correcta.


La satisfacción de la persona que realiza una mediación no debe ser de haber realizado un acuerdo más o menos complejo, sino de haber propiciado el clima para que surjan los acuerdos entre las partes. La mediación no debe ser impuesta.


Reflexión => forma en que desea resolverlo. Donde realizar esta reflexión.

Cuestiones:

1.- Tiene usted un conflicto con alguien: ¿Necesita expresar cómo se siente desde que se generó el conflicto, además de solucionarlo?

2.- ¿Cómo valora encontrarse con la otra persona en un lugar común donde podrían hablar y debatir sobre su conflicto y llegar a una solución lo más pronto posible, sin esperar a que el conflicto se haga cada vez mayor?

3.- ¿Tiene conocimiento del punto de vista sobre la situación de conflicto de la otra parte?

4.- ¿Es posible que, además de lo que la separa de la otra parte, existan cosas en común, o áreas nuevas de encuentro que puedan ser de utilidad para las dos partes y se pueda producir una colaboración?

5.- ¿Le gustaría enfrentarse a esa persona y prefiere delegar en un profesional de la abogacía, y que un juez decida lo que tiene que acatar? o si fuera posible ¿Quiere ser usted quien tenga el control durante todo el proceso de búsqueda de solución y sobre la propia solución de su conflicto?


Si todas estas respuestas son afirmativas en una sesión informativa, las partes están confiando en la mediación y además, están legitimando a la persona o personas mediadoras.


Referencias: F. Acland, Andrew. A Sudden Outbreak of Common Sense. Managing Conflict Through Mediation. Hutchinson Business Books, Ltd

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