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MIS EMOCIONES Y YO: HABLEMOS DE LAS LIMITANTES.



SEGURIDAD, CONTROL, ERROR.



Tres emociones/sensaciones que, si me están limitando a la hora de ponerme en marcha, es porque no las estoy gestionando de forma adecuada.






👉La Seguridad solo la puedo tener cuando me enfrento a

problemas reales y me doy cuenta que soy mucho mas capaz

de lo que creía para gestionarlos y solucionarlos.



👉El Control total no existe. Solo se manifiesta cuando se van


sucediendo acontecimientos que me ponen a prueba y voy


superando, aprendiendo que tengo mas capacidad de la que


creía tener para hacerlo.


👉Errores es lo que necesito cometer para aprender. Quienes

los rechazan hacen lo mismo con la sabiduría que errar nos aporta.



SEGURIDAD: En el autoconocimiento y la aceptación está el éxito.




Conocerse implica tener presentes mis

habilidades, aquello que sé hacer bien, y cómo

he de hacerlo para conseguir los resultados que 

deseo.

En esto se sustenta "mi seguridad", que es la 

que importa, la que me sirve a mí para avanzar.

La Seguridad se entrena continuamente, y la forma de hacerlo es 

siendo consciente de lo que hago y sus resultados, producto de 

pensar, elaborar un plan y ejecutarlo.

Esto no quiere decir que, cada una de mis acciones, tenga que 

ponerlas sobre papel y hacer gráficos con cada dato, ni mucho menos.


Mi mente ya tiene esos datos, y se han almacenado en el lugar 

óptimo si así lo he decidido con las emociones sentidas al ejecutar 

bien una acción, y al sentirme satisfecho con los resultados. Es el 

producto emocional fabricado por premiarme por ello, disfrutando ese 

momento.

Aquí está el fondo del entrenamiento: fijar esa emoción ante un

resultado positivo, fruto de mi esfuerzo y bien hacer.

Al fijarlo como algo positivo, como parte de mi experiencia de

vida, mi mente hará uso de él en cuanto lo necesite, en modo

automático.


Esto no es magia, es ciencia pura. Mi cerebro funciona así.


Igualmente, si acumulo sentimientos de fracaso, esta "sabiduría" 

saldrá a gobernarme cuando tenga que decidir, cuando tenga que

ponerme en acción, y me va a devolver una sensación de inseguridad 

que me va a bloquear, y me va a hacer sentir incapaz, inútil, inválido.


Por cultura, tradiciones e incluso religión, se me ha educado en la

creencia errónea de que, sentirme orgulloso de mí por un buen

resultado, es igual a "orgullo", lo contrario a "humildad", y que el

orgullo como tal es poco menos que un pecado capital. Se me ha

educado en que si no soy humilde /felpudo, es que no soy buena

persona.



Pero esto no es más que una mala traducción de este sentirme 

bien.

Si yo obro bien, y consigo resultados positivos, sentirme bien 

por ello es una forma de bendecir esos actos, es una forma de 

agradecimiento y, si encima lo comparto, estoy expandiendo 

el bien.

Nada que ver con sentirme "por encima de los demás", sino 

con sentir que aporto bien a la sociedad. Esto es una bendición 

suprema.

(Deseaba aclarar este punto que me parece de suma 

importancia, ya que la Culpa es uno de los bloqueos mas

limitantes y e improductivos que existen: no aporta nada al 

bien común; por el contrario resta de expandir positividad y 

amor real, amor generoso).


CONTROL:

Cuando acepto que hay tantas cosas que no 

están bajo mi control, entre ellas el comportamiento ajeno, haga yo 

lo que haga y sea yo quien sea, me libero y me doy permiso para 

obrar siendo responsable de "mis actos", y no de los actos de los 

demás.

Yo soy libre para actuar, y el otro es libre por igual para responder.

Aquella máxima de que "se cosecha lo que se siembra", no debería

sacarse de contexto como suele suceder.



Si yo siembro en tierra estéril, esas semillas serán 

aprovechadas por aves de rapiña, jamás florecerán, jamás 

habrá cosecha alguna ahí sino la de criar cuervos hambrientos 

de mis semillas que, lejos de valorar mi esfuerzo y dedicación, 

solo estarán al acecho para llenar sus tripas a través de mi 

sacrificio constante.

El único control posible está en mí y en mis posibilidades 

dentro de mis circunstancias.


Cuando tomo consciencia de esto, tomo el control de todo, (de mí).


"Mis posibilidades" es mi margen de maniobra, teniendo en cuenta 

mis habilidades (fruto de mi experiencia), y mis circunstancias, que 

también debo tener en cuenta, pues son cambiantes y, lo que ayer 

podía hacer sin dudarlo, hoy igual no me va a dar el mismo resultado.


Adapto mis habilidades a mis circunstancias para tomar la mejor 

decisión y conseguir los resultados que espero, deseo y/o necesito.

Siguiente paso: identifico lo que no está en mis manos, lo que se

escapa a mi control: no pongo en manos del azar el que mi empresa l

legue a término.

Si el resultado depende de la opinión y/o acción de un tercero, 

mediante mis habilidades intentaré influir en él, a través de mi 

experiencia y sabiduría, haciéndole conocedor de las bondades de la 

empresa que estoy llevando a cabo y las razones por las que le

solicito su colaboración(ya sea un tema personal o profesional).




Pedir ayuda es un acto de valentía, sobre todo cuando no

sabemos si se nos concederá; es una habilidad personal a

entrenar de igual manera.





Pedir ayuda también es tomar el control de mis fortalezas: esa ayuda 

forma parte de ellas, y cuando las tengo presentes me veo en el 

conjunto, en el TODO que Yo Soy.

Mi realidad de este preciso instante.



   

Soy yo y mis circunstancias, y si éstas últimas no me proporcionan un estado idóneo para avanzar hacia mis objetivos, tengo en mis manos crear unas circunstancias nuevas.



" LOS ERRORES SE PAGAN "


Efectivamente, los errores se pagan. El cómo se pagan es lo que

trasciende, lo que importa, lo que marca una diferencia en mí.

Si cuando empecé a caminar, y tropezaba continuamente, cayéndome 

y lastimándome, hubiera renunciado a seguir intentándolo, hoy iría en 

silla de ruedas. Sería dependiente, no habría aprendido a valerme por 

mí mismo.

Como esta sencilla anécdota, ocurre todo en la vida.

A veces me cuesta aceptar tanto traspié, tanto rasguño, y me empeño 

en la infantil ilusión de que la vida se convierta en un camino de rosas 

por sí misma, donde poner en práctica todo lo aprendido, donde ya 

no tenga que aprender más, no tenga que sufrir/esforzarme en ese 

aprendizaje.

Cuando me descubro pensando así, me doy cuenta de que esto solo 

ocurre cuando cierran sobre ti la tapadera de tu ataúd.


No quiero perderme el camino, no quiero dejar de aprender. Y 


si de verdad soy consciente de lo aprendido hasta hoy y lo 

pongo en práctica, realmente me voy a dar menos tortazos de 

los que presiento; cuánto nos cuesta aceptar que nos 

equivocamos.


Dejar de vivir en un estado de inmadurez emocional ayuda mucho. 

Crecer no es morir, no es envejecer. Crecer es tener la sensación de

estar vivo y disfrutarla. Crecer no necesariamente duele. Lo que duele 

es no querer crecer.

Si me permito crecer, aceptaré las reglas del juego, reconoceré las 

cartas que tengo en este momento delante, y sabré cómo jugarlas. O 

tal vez me equivoque, porque en este juego, ahora nuevo para mí, 

algunas reglas no las conozco, y lo que toca es aprenderlas pues en 

adelante las voy a necesitar. Si me niego a aprenderlas, a aceptarlas, 

entonces si me voy a equivocar.

La aceptación no es sufrimiento. Tiene tanto drama como yo le quiera 

poner.

La aceptación es solo eso: aceptar lo que ocurre fuera de tu zona de 

control. Si no hay culpa, si no hay resentimiento, si no soy el

responsable, no hay sufrimiento.

Puede dañar un hecho triste, una traición, una pérdida, más si la 

acepto como algo que forma parte de estar vivo, no le temeré a lo que 

tiene que enseñarme.

Si me quedo en el fracaso que siento porque no sucedan las cosas 

como yo las deseo, jamás creceré, jamás aprenderé, y llegará ese día 

en el que no mueva un solo músculo por miedo a equivocarme....Que 

en realidad no es miedo a equivocarme, es no querer volver a sentir 

esa sensación de fracaso mío, que en realidad nunca ocurrió.

Y cuando sí ocurrió? Me he equivocado muchas veces, muchas, y 

esas mismas veces son las que no he podido dormir por mi sensación 

de culpa.

Esa culpa solo me ha enseñado a tratarme de forma cruel, como 

jamás he tratado a nadie. Y esa culpa es todo lo contrario del 

aprendizaje.

Cuando he entendido que si quiero aprender de esos errores, solo lo 

puedo hacer aprendiendo de verdad de lo que ha pasado, observando 

desde arriba y desde afuera, como si se tratara de otra persona, es 

cuando me he permitido crecer con mis errores, pagar mis errores.

Si no es así, viviré en la autocompasión, buscaré otros culpables de 

mis acciones y reacciones, y así no crezco, no avanzo y no aprendo 

nada. Es como cerrar la tapa de mi ataúd sobre mí mismo.




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