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La Esperanza



La Esperanza es un sentimiento, una emoción.


Tras el primer libro ( La Piel Muerta) de esta saga, La Esencia del Ser, continuaremos el camino del reconocimiento de nuestras emociones, analizándolas y dándoles el auténtico sentido y valor que tienen, eliminando barreras que nosotros mismos nos hemos puesto respecto a lo que sentimos, o que nos han enseñado a poner y hemos aceptado sin cuestionarlo, y estas barreras nos acompañan en nuestra vida ocasionando auténticos desastres a los que no somos capaces de dar explicación.


La Esperanza.

Algunos autores la confunden con La Expectativa y muchas personas, desgraciadamente, también lo hacen.


La Esperanza es algo completamente distinto y, hoy mas que nunca, asistimos a muchos problemas de salud mental, de depresiones, de actos autolíticos que rellenan los noticieros diarios por haberla perdido….Esta pandemia sufrida está desvelando mucho sufrimiento personal que, si bien es posible que ya existiera anterior a ella, y durante ella se ha agravado exponencialmente, también es cierto que la desolación, la desesperanza, se ha despertado en millones de personas durante y después de esta locura vivida, y que antes no la sentían.

Cuán importante es esta emoción en nuestro Ser que, sin ella, se cometen miles de atrocidades a lo largo de nuestra historia.

Los propios indios Apaches, algo que puede parecer anecdotista pero, sin embargo, supuso una guerra sangrienta y un final desgraciado para ellos, viviendo a día de hoy confinados en reservas en las que, supuestamente, recuperaron su ansiada libertad.

Los Apaches están completamente arraigados a la tierra, a la naturaleza y, sobre todo, a la Libertad: no conciben poder vivir si no son tan libres como un Gorrión. Y qué ocurre entonces?

El Gorrión es un ave que, si lo metemos en una jaula, en breve muere. No muere por enfermedad, sino que en él no está contemplada la Esperanza de que esta situación cambie. Muere simplemente de tristeza. Por ello, si nos encontramos con una de estas bonitas aves, y está herida, debemos cuidarla hasta su recuperación en una cajita, entre algodones, y que él vea la luz. En cuanto esté recuperado, tiene que tener la posibilidad de salir volando nuevamente, y marcharse a su entorno natural. De lo contrario, morirá.

Los Apaches pensaban igual: al ser “cazados”, sometidos en celdas, no contemplaban que esta situación fuera a revertir en algún momento. No creían que ellos pudieran hacer algo para recuperar su libertad natural. Sencillamente creían, igual que el gorrión, que aquella situación era para siempre. Muchos se dejaron morir por esa desesperanza y desolación, otros mataban para defenderse de aquello, creyendo que era la única solución. También es cierto que quienes les invadieron tierras y forma de vida, no fueron menos cruentos y sangrientos que ellos, aunque por distinta motivación: su aniquilación.

Esto no es más que un pequeño ejemplo de cómo actúa en nosotros el hecho de tener o no tener esperanza.

Cuando sentimos que no podemos hacer nada para cambiar una situación difícil que estamos atravesando, como todo ser humano en momentos de su vida, nos envuelve la desolación, la desesperanza, haciendo que nos sintamos inútiles, inválidos, incapaces de decidir y de actuar, o creyendo que si lo hacemos, lo haremos mal.

Es un bloqueo de tal trascendencia que hace que perdamos las ganas de vivir, por ello es de suma importancia que aprendamos a reconocer sus síntomas para ponerle freno a la caída segura a la que nos va a llevar.

Haciendo un repaso por las enfermedades mentales que van unidas a esta sensación de incapacidad, la Depresión es la gran pandemia de este siglo XXI.

Puede ser endogena, es decir: física. Nos llega por déficit de sustancias necesarias en nuestro cerebro para que éste cumpla sus funciones. Cuando es así, la farmacología es indispensable para proveer de esos nutrientes a nuestro cerebro. Por ello, hay que acudir a nuestro médico y contarle ,con toda sinceridad, cuales son nuestras sensaciones, emociones, qué síntomas han aparecido, para que pueda hacer una valoración real que nos ayude a curar esta enfermedad.


**Tiene cura: es una enfermedad, no es algo de lo que avergonzarse, no es estar “loco”, es igual que una neumonía, nos puede matar si no nos la diagnostican y curan.**


Hablemos de la depresión exógena, la que nos llega por un cúmulo de circunstancias difíciles, dolorosas, que se alargan en el tiempo repitiéndose y que parecen no tener solución ni final.

Este estado personal, que se convierte en permanente, nos puede llevar a tal tristeza que nos provoque esa temida depresión. Es posible que no tengamos nada físico, como he escrito anteriormente, pero puede llevarnos a que se produzca la misma reacción química en nuestro cerebro, porque el cerebro es obediente, admite y acepta por bueno lo que le decimos, y actúa en consecuencia: tengamos esto presente siempre. Recordemos que La Actitud lo es todo en la vida, y hay que entrenarla y trabajarla de forma Habitual.

En esta parte entra en juego La Expectativa con un gran peso emocional, por ello es muy importante que sepamos distinguir entre ésta y la esperanza que hemos puesto en un proyecto, en cualquier proyecto de vida.

No es lo mismo ponernos una expectativa respecto a cambiar a un mejor empleo, acabar unos estudios determinados y determinantes para nuestro presente y futuro, mejorar una relación familiar o una amistad…. Aquello que esté en nuestras manos que se realice, (y siempre teniendo en cuenta que en este trabajo, nuestro poder de cambio tiene sus límites en las decisiones que tomen todos los que forman parte de ese proyecto). Esto último es lo esencial, es lo que elimina la frustración: Ser capaces de distinguir hasta donde llego yo y dónde empieza la otra parte y su libertad de reacción y acción, de Poder , que va a influir en el resultado final.

Si pones expectativas en cosas o situaciones imposibles o improbables por sí mismas en relación a nuestras circunstancias personales, la frustración está servida, y con ella el dolor, la desilusión, la tristeza y ...el hundimiento moral, primo hermano de la depresión.

Y no es cuestión de perder La Esperanza, ni mucho menos: es ser realista y capaz de Aceptar que yo tengo un poder limitado de acción, cuando el resultado no está completamente en mis manos.

En este punto quiero resaltar que hay que valorar y valorarnos en el trabajo y dedicación que empleamos hacia cualquier reto que nos proponemos, aun cuando no consigamos el resultado empleado.

El hecho de habernos puesto a trabajar en ello ya es un triunfo. Si no llega lo esperado, que sea siempre porque no estaba completamente en nuestras manos, no porque no nos hayamos esforzado lo suficiente.

Si el resultado es negativo, lo saludable es poner en valor la libertad de decidir del resto de componentes del proyecto en cuestión.


**Analizadas las circunstancias, y trabajando en la parte que está en tus manos para conseguirlo, estas expectativas van de la mano de tus esperanzas. Si no tienes esperanza en que cambie para mejor, no vas a mover un dedo para ello, no trabajarás en esa parte que te corresponde y que está en tus manos hacer. Aquí entra de nuevo la Actitud.**



Señor, dame fuerza para cambiar lo que puedo cambiar, aceptación para aceptar lo que no puedo cambiar, y sabiduría para distinguir entre ambas.


Qué importante, verdad?

Una mente atribulada es una mente que no puede distinguir. En esa atribulación es imposible que, la sabiduría que todos tenemos, se manifieste y nos saque del agujero en el que estamos.

Es por ello que la filosofía ancestral y milenaria nos repite una y otra vez que debemos entrenar nuestra mente hacia un estado de paz y tranquilidad.

 

Sólo en aguas calmadas podemos mirarnos y ver nuestro reflejo con claridad.


Recordemos también a San Agustín, que proclamaba:


En tiempo de tribulación no hacer mudanza.”(No tomar ninguna decisión trascendental).


Pero cómo conseguir no tener un corazón atribulado? No perdiendo nunca la Esperanza!

Cierto que suceden cosas que nos hacen daño, y ese daño es inevitable, más también hay sucesos que nos hacen daño por el poder que les concedemos, relacionándolos directamente con nuestra propia valía. Ahí es donde debemos ser capaces de distinguir!

En realidad, la Vida, es mucho más sencilla de lo que a veces nos la ponemos. Somos Ases a la hora de complicarla.

- Mi Lista de Valores:

Mis Prioridades

Mis Principios

Reflexiono sobre qué pilares se sostienen, si esos pilares están asentados en mí o los he puesto en manos del poder de obra de los demás.

Miro mi propio Valor: qué pienso de mí? Mi valor está en la opinión que tengo de mí mismo o en cómo actúan los demás hacia mí?

Reflexiono y tomo poder en mí.

Analizo en qué tengo que trabajar sobre mí mismo para mejorar YO en MÍ.

Mi Objetivo es estar tranquilo y en paz conmigo mismo: No fallarme más.

Tengo presente que me volveré a fallar, porque el trabajo es un camino de pruebas que he de esperar a que se me pongan delante, pero mi Objetivo es Aprender a detectarlas antes que hasta ahora, controlar mi respuesta hacia afuera y cuidar mi YO hacia adentro en esa respuesta. Poco a poco, paso a paso, lo haré mejor! No decaigo en los fallos: valoro mi esfuerzo y me premio por ello.

Compasión y Comprensión por mí mismo

Tiempo para obtener los resultados que espero en MÍ

La Expectativa la pongo en MÍ

La Esperanza se mantiene firme, puesto que está en mis manos este trabajo: el resultado es fruto de mi trabajo, nada puede fallar si mantengo el ritmo constante con AMOR por MÍ


La Esperanza ahí afuera


Comprendo y siento Compasión por el otro: sé que está en el mismo camino que yo, aunque estemos en etapas distintas de ese camino. Cada cual llevamos nuestro propio ritmo de crecimiento, y no hay que interferir en él, sino dar espacio y tiempo con paciencia y FE.

La FE es hermana de la ESPERANZA; siempre van unidas de la mano. Una no se sostiene sin la otra.

Tener en cuenta que todo pasa, todo cambia mientras estamos vivos, es una forma de fortalecer esa FE.

Debemos cuidar nuestra espiritualidad, nuestra elevación a estados de armonía respecto a esos cambios que se suceden en nuestro camino terrenal, porque lo negativo existe, el mal existe, el lado oscuro existe, y su objetivo es nutrirse de la Desolación, la Desesperanza, la Pérdida de las ganas de vivir. No alimentemos ese monstruo nunca más y, para cuando lo hagamos sin darnos cuenta, trabajemos nuestro estado de consciencia plena respecto a nuestros pensamientos, emociones y acciones al respecto.

La Aceptación aquí es primordial:

Observo desde fuera de mí lo que veo que ocurre

Mi análisis lo realizo desde la objetividad absoluta: lo está haciendo el otro desde su YO, no desde MÍ

Respeto sus tiempos, su proceso de crecimiento: ACEPTO.

En esa aceptación, reconozco mi fe, mi esperanza y mi caridad hacia los demás; reconozco y premio mi valor.

Puedo continuar mi camino ahora, mas fortalecido desde el amor por mí mismo y por los demás, la Esperanza así se apodera de Mí y es mi Guía, porque entiendo que hay cosas que no está en mi mano cambiarlas o, al menos, no ahora, no en este momento:

Miro, aprendo y continúo caminando.

¿Qué es lo que sí puedo cambiar?

- Mi manera de “mirar” y de vivir los acontecimientos. Eso está en mi mano.

- Aceptando lo que me duele, y entendiendo principalmente “por qué me duele?”.

- No huyendo de ese dolor, me atrevo a permanecer en él y escucho qué tiene que contarme.

- Siento cómo salgo fortalecido de ese estado, de lo que me ha enseñado sobre MÍ.

- Amo al otro desde mi Compasión y Comprensión de su proceso de vida.

- Puedo seguir adelante, con la sabiduría y fe de que puedo con esto y con más.

- que igual que vienen momentos duros, vienen momentos dulces y los aprovecharé para mi fortalecimiento, aprendiendo de unos y disfrutando y dando gracias por los otros.

Mi FE es inquebrantable.

Mi ESPERANZA está intacta.

Sé qué debo hacer ante los acontecimientos, y le pondré HUMOR a los contratiempos porque ahora SOY SABIO, y soy capaz de ver después de cada uno de ellos, y sé que lo que esté en mi mano hacer para cambiar esa situación, lo puedo hacer.

Y sé que lo que no está en mi mano hacer, no me va a desgastar, puesto que no pondré mi energía en ello sino en observar lo que ocurre y, en la medida que pueda, aportaré de forma positiva hacia la otra parte, siempre que yo así lo decida.


Todo cambia. Solo lo que está muerto no cambia y tú estas vivo.




Merche C. Servellera

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